Ahora que estudio para ser funcionaria (pero de las que trabajan, y en cosas que no me gustan) concluyo que es cuando más vida interior voy, o al menos, he de tener. Tanta ley me está llenando la cabeza de tonterías.
Por un lado, me siento como recién llegada al mundo real... ¿Sabe usted quién es el presidente del tribunal supremo?, ¿podría identificar en qué equipo de fútbol juega de la Red?, ¿y por qué las hipotecas han intoxicado los activos de no sé que en la economía nortemaericana? Y yo, como un parvulito, aprendiendo cosas a marchas, forzadas no, forzadísimas... En dos meses he de convertirme en el adalid de la información diaria. Sí, sí, yo tampoco apostaría mucho por ello. Pero ya estoy lanzada y sin freno. Lo que me pregunto es qué coño he estado haciendo yo todo este tiempo, dónde he estado viviendo, qué he estado leyendo, viendo por la tele, dónde me he metido...
Y luego está lo de la vida interior. Pero esto es que ahora no me apetece contarlo.
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